Un nuevo estudio, realizado por un equipo de científicos australianos, estadounidenses y canadienses, ha demostrado que, en personas mayores de 60 años, incluso una reducción insignificante de la duración de la fase de sueño profundo, que es sumamente importante para el organismo, puede provocar el desarrollo de demencia.
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Para su trabajo, los expertos utilizaron datos del Estudio Freming del Corazón, del que seleccionaron información sobre 346 personas de unos 69 años con una proporción aproximadamente igual de hombres y mujeres. Durante el proyecto, estas personas se sometieron dos veces a polisomnografías nocturnas, en las que se utiliza un equipo especial para estudiar el sueño de una persona. Uno de los criterios del presente trabajo fue la ausencia de demencia en los sujetos en el momento de la segunda polisomnografía.
Durante el análisis, los especialistas determinaron que la duración del sueño profundo entre los dos estudios con una diferencia de tres a seis años disminuía en los sujetos una media del 1,5% anual, lo que suponía una confirmación de la conexión entre el envejecimiento y la reducción de la fase correspondiente del sueño. Durante los 15 años siguientes de seguimiento, se registraron 52 casos de demencia en los participantes.